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UniversidaddeCádiz
Observatorio Atalaya Servicio de Extensión Universitaria del Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Cádiz

7.5 Redes digitales. Herramientas para profesionales de la cultura (Redes para la gestión cultural)

7.5 Redes Digitales:

por Aleksandra Uzelac

 

Este artículo aborda el tema de las redes culturales en el medio digital, teniendo en cuenta lo que sucede cuando las redes se convierten en motores de nuestras actividades diarias. Trata de dar algunas respuestas acerca de cómo nos podemos aproximar a la cultura de red de la mejor forma posible; si las redes proporcionan un espacio para compartir y producir conocimiento sostenible; cómo esta situación transforma las organizaciones culturales; y a qué nos referimos cuando hablamos de redes.

El concepto de redes

La sociedad actual (llamada con frecuencia la Era de la Información o la “Connected Age”) está profundamente influenciada por la convergencia tecnológica, en la que nuestras prácticas sociales, culturales y profesionales han cambiado para administrarse a través de redes digitales. Por lo tanto, a menudo oímos decir que vivimos en una sociedad red y una cultura de red. En las últimas tres décadas, se ha generado mucho debate acerca del cambio de paradigma y se ha esperado que una nueva sociedad emerja: Sociedad de la Información / Sociedad del Conocimiento / Sociedad Red. Se generaron muchas expectativas acerca de que lo que debía de ocurrir y los beneficios que nos debería aportar.

 

Los conceptos de redes, sociedad red y cultura de red han sido objeto de numerosas discusiones entre investigadores de diferentes campos de investigación: desde las matemáticas, física y biología hasta las ciencias sociales y la tecnología, reflejando la necesidad de encontrar métodos útiles para abordar la complejidad en diferentes ámbitos de la sociedad y la naturaleza actuales (p. ej., Barabasi, 2003; Benkler, 2006; Castells, 1996; Galloway y Thacker, 2007; Lovink, 2011; Rossiter, 2006; Taylor, 2003; Terranova, 2004). En los trabajos referenciados, el concepto de red ha sido entendido de diferentes maneras: en relación con la teoría social, cultural y mediática, la política, la física, etc. En muchos fenómenos sociales, técnicos y biológicos se reconoce una estructura de red. Sin embargo, las definiciones varían dependiendo del ámbito. Se reconoce especialmente en el contexto digital, donde la estructura de red parece ser el elemento que ha cambiado la lógica de nuestro trabajo diario, de modo que las redes digitales se han convertido en uno de los fenómenos sociales más prominentes de nuestro tiempo.

 

A lo largo del corto periodo en el que se ha utilizado Internet, se han generado muchas expectativas sobre lo que debía de aportarnos: comunicación global ampliamente extendida y más democracia eran dos de ellas. Pero sobrevino la crítica al no cumplirse las afirmaciones iniciales. A las expectativas de que todo el mundo podría comunicarse ampliamente y ser oído se opusieron el problema de la sobrecarga de información y la escasez de atención a las que nos enfrentamos en el medio online. A las expectativas de una comunicación ampliamente extendida se opuso una realidad en la que la división digital no puede pasarse por alto. Cuando unos físicos que estudiaban la teoría de redes rastrearon Internet y cómo éste está organizado, quedó constatado que su estructura no está distribuida por igual. Unas pocas páginas atraen la mayor parte de la atención de los usuarios y de la de la mayoría de páginas, y se le presta mucha menos
atención a la información y los contenidos disponibles en ellas (Barabási, 2003). Evidentemente, el dominio virtual refleja los problemas, diferencias y desigualdades del mundo real. A pesar de ello, todavía es cierto que Internet complementa los canales de comunicación ya existentes para hacer circular información pública y privada, y permite a muchos más individuos comunicar sus puntos de vista libremente y cooperar en trabajos colaborativos que cualquier otro medio.

 

Hoy, las redes digitales proporcionan varias plataformas alternativas de comunicación. Entre la inmensa cantidad de información disponible en Internet, un usuario interesado puede encontrar una diversidad de perspectivas en relación con cualquier tema que busque en Google. La diversidad de información y perspectivas es un producto de lo que Benkler (2006) llama la economía de redes de la información, en la que el trabajo colaborativo y compartir tienen un papel significativo (voice). Benkler sugiere que ello se debe al hecho de que las capacidades prácticas de los individuos han mejorado en el marco del medio de las redes digitales. Las personas pueden contribuir con sus críticas y cuestiones a debates en curso, producir y publicar información que generan ellas mismas en sus blogs y páginas web, o pueden contribuir en proyectos de trabajo colaborativo a gran escala. En gran medida, todo ello tiene lugar fuera del ámbito del mercado. “Sharismo” es un nuevo fenómeno que emergió cuando el medio de redes brindó a los usuarios nuevas oportunidades. El aumento de las redes sociales en combinación con las tecnologías móviles tiene un impacto en el modo en que se comparte información en la actualidad y en cómo se está construyendo el conocimiento.

 

El concepto de “networking” está también presente en el sector cultural. Como infraestructura que apoya al sector cultural en la cooperación cultural internacional en las últimas tres décadas, las redes culturales han sido un elemento importante para los profesionales de la cultura, al asistirles en la necesidad que los mismos tienen de conectarse con sus compañeros y a través de acciones conjuntas que influyen en las políticas culturales europeas. A través de las redes culturales, los profesionales de la cultura han tratado de llevar a cabo trabajos complejos y coordinados fuera del marco de las grandes instituciones y sus sistemas de gestión. Con la proliferación de las redes digitales, las redes culturales han comenzado a considerar el uso del espacio virtual para apoyar sus necesidades de comunicación, lo que ha resultado, en la mayoría de los casos, en asentar su presencia online a través de páginas web, portales y páginas de redes sociales (Uzelac, 2006, 2010).

 

Hoy en día, la cultura de Internet parece ser una cultura de masas en la que se hace más fácil conseguir la movilización social con el empleo de herramientas de redes. De modo que, como sugiere Lovink (2011: 168), los profesionales de la cultura y los artistas deberían considerar de forma colectiva qué sucede cuando las redes se convierten en los motores de nuestras actividades diarias (tanto del trabajo como del tiempo libre) y cómo esta situación transforma las organizaciones culturales. Por ello, debemos tener en cuenta el modo en que mejor podemos aproximarnos a la cultura de red. ¿Las redes pueden proporcionar un espacio para compartir y producir conocimiento sostenible? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de redes?

 

Redes culturales: Evaluación del papel y de los retos de unetworking cultural eficaz

 

Durante la década de los noventa, las redes culturales se convirtieron en una infraestructura organizativa ampliamente extendida en el sector cultural de Europa, y una serie de informes, estudios y conferencias han indagado en las redes culturales, rastreándolas y analizando su papel, trabajo, estructura y modelos de funcionamiento (p. ej., Brun, Benito, Canut, 2008; Cvjetičanin 1996; 2006, 2011; De Greef, Deventer, 2008; De la Peña, 2014; DeVlieg, 2001; Duran, 2013; IETM, 2001; Jaimes, 2020; Laaksonen, 2016; Minichbauer and Mitterdorfer, 2000; Pehn, 1999; Staines, 1998; Steinkamp, 2013, 2018, etc.). Definidas como “un método estructural y de trabajo caracterizado por una cooperación no jerárquica y horizontal; una orientación transnacional; establecido desde la base; de carácter no representativo; diverso y con ausencia de fuerzas centrales poderosas”, las redes culturales están diseñadas para una cooperación a largo plazo y poseen objetivos comunes, así como miembros que se reúnen físicamente de forma periódica (Minichbauer y Mitterdorfer, 2000). Además de lo anterior, contando con unos límites en la red vagamente definidos, diferentes autores han mencionado en sus análisis algunos rasgos básicos que describen las redes sociales, como son: participación voluntaria de los miembros y una estructura redundante que puede seguir funcionando si un miembro en particular decide abandonar la red (véanse los estudios de Simon Mundy, Judith Staines, Gudrun Pehn).

 

Aplicando terminología y metodología propia de los estudios de redes, éstas han sido consideradas como una trama de relaciones (es decir, una estructura) o como un medio que permite la cooperación, es decir, como el contexto de fenómenos emergentes (IETM, 2001). En el documento de trabajo sobre “Criterios de evaluación para las redes culturales en Europa”, las redes se mencionan como una infraestructura de comunicación para la cooperación cultural europea (DeVlieg, 2001). Las redes culturales constituyen un factor significativo en el apoyo a la cooperación cultural internacional, ya que la lógica de dichas redes tiene por objeto conectar a miembros de diferentes países o regiones que comparten intereses y objetivos comunes, contribuyendo de ese modo a formar una comunidad internacional de colaboradores. Dichas redes se emplean como incubadoras de nuevas ideas y lugares de reunión amistosos para sus miembros. La particular importancia de las redes culturales reside en el hecho de que éstas “mantienen un proceso de diálogo e intercambio intercultural que magnifica las especificidades y diferencias y, al mismo tiempo, aumentan el entendimiento de las diferentes culturas”. (IETM, 2001: 36).

 

Las razones que subyacen a la popularidad de las redes como infraestructuras de cooperación cultural residen en el hecho de que aquéllas tratan de hacer lo siguiente: posibilitar modos flexibles de cooperación; resolver problemas concretos a los que los miembros se enfrentan; reunir a personas en el logro común de un interés; proporcionar canales de comunicación eficientes para sus miembros; y que las instituciones que existen a través de ellas y los profesionales de la cultura puedan formar alianzas y vincularse entre ellos alrededor de proyectos comunes (Uzelac, 2006). Giannalia Cogliandro resumió el caso de ENCATC afirmando que éste ofrece a sus miembros un marco flexible de interacción, favoreciendo las circunstancias necesarias para compartir ideas y experiencias, facilitando reuniones regulares y proyectos, proporcionando oportunidades de formación y distribuyendo información relevante para el sector profesional (Cogliandro en Give, Get or Get off, 2008).

 

Una serie de conferencias, que han reunido a apasionados participantes de redes, ha indagado en los temas relativos al networking cultural, tratando de averiguar qué hace que las redes tengan éxito y sean sostenibles (voice). En sus informes y actas publicados, a menudo encontramos frases y palabras clave señalando sus expectativas comunes con respecto a los procesos de networking.

  • Permitir la colaboración y sinergias dentro del sector cultural, estimulando, facilitando y coordinando contactos, así como motivar la cooperación entre los miembros.
  • Ofrecer a los profesionales de la cultura un campo fértil para ampliar sus actividades profesionales y sus perspectivas, y para intercambiar conocimientos.
  • Crear un lugar de reunión; un punto de referencia.
  • Proporcionar información y estimular la investigación y el conocimiento.
  • Crear oportunidades de formación y networking.
  • Crear valor añadido para sus organizaciones, estableciendo relaciones estructurales con sus colegas.
  • Promover y apostar por políticas favorables, y contribuir al debate cultural a nivel europeo.

Al evaluar el éxito de las actividades de networking, se ha destacado que “las redes no pueden valorarse por su producto final: lo que importa es el proceso de networking en sí mismo” (Bacchella en Give, Get or Get off, 2008, página 35), ya que a través del networking se ha desarrollado una cultura de colaboración, se ha facilitado la movilidad de los operadores culturales y se ha mejorado la comunicación entre culturas. Por lo tanto, los miembros representan un recurso de networking básico, ya que las redes requieren miembros activos que quieran involucrarse y contribuir a la redes, más que simplemente una cuota de miembro (Gardner en Networks: The Evolving Aspects of Culture in 21st Century, 2011).

 

La comunicación es un aspecto importante en el éxito de una red, lo que es crucial para un funcionamiento eficiente de las redes. En la situación actual de sobrecarga de información, las redes y su foco de atención hacia temas, asuntos y tipos de miembros particulares proporciona mecanismos de filtro que permiten a los miembros acceder a información relevante y fiable. La posibilidad de comunicarse con otros miembros y la fiabilidad de la información recibida a través de los canales de redes, son importantes para el funcionamiento eficiente de las mismas. En la actualidad, las herramientas digitales permiten una comunicación sencilla y rápida, y el intercambio de información entre los miembros de una red. El nuevo paradigma de la tecnología de la información como base sustentadora de la sociedad red que describe Castells, ha permitido la propagación de modelos de red y redes virtuales en particular. Sus principales elementos (información como su elemento básico o materia prima, lógica de red y flexibilidad) constituyen también características básicas de las redes culturales, y muchas redes culturales han intentado aumentar la efectividad de su funcionamiento desarrollando sus herramientas digitales. Cuando alternamos entre los términos ‘red cultural’ (comunidad) a ‘red TIC’ (infraestructura), nos estamos refiriendo a dos tipos de redes diferentes. Sus características no son las mismas, pero sus diferencias son a veces difusas con usos diferentes del término ‘red’ dentro de la terminología referida a la sociedad red.

 

¿Qué es una red?: perspectiva de la teoría de redes

 

En el campo de las ciencias sociales, las redes se han considerado como plataformas “…las redes proporcionan una ‘plataforma’ para coordinar actividades con un alto grado de diversidad, muchas de la cuales no pueden preverse” (Network Logic, 2004: 17), así como el principio organizativo: “Las redes incorporan un conjunto de principios fundamentales para la ordenación, distribución y coordinación de diferentes componentes, ya sean químicos, naturales, sociales o digitales” (Network Logic, 2004: 12). Fritjof Capra observó que las redes sociales son redes de comunicación (Network Logic, 2004: 29).

 

Las definiciones de red provenientes de los estudios de redes y la teoría de grafos (p. ej. Newman, 2003; Castells, 1996; Barabasi, 2003) consideran a las redes como estructuras gráficas compuestas por nodos (vértices) y vínculos (aristas), siendo los nodos actores individuales dentro de las redes, y los vínculos las relaciones o enlaces entre los actores. A modo de ejemplo, la definición de Castells es “una red es un conjunto de nodos interconectados. Un nodo es el punto en el cual la curva se corta a sí misma” (Castells, 1996: 470). Que sea un nodo depende de un caso concreto de red, y los vínculos o enlaces en redes concretas pueden ser dirigidos o no dirigidos, lo que significa que la relación particular puede ir en una dirección o en dos direcciones. Los físicos y matemáticos han estudiado las estructuras de red como sistemas abstractos, pero también han estudiado diferentes redes del mundo real y sus características y estructuras. Por ejemplo, Newman (2003) distingue entre cuatro categorías sencillas de redes que se encuentran en el mundo real:

  • Una red social es un conjunto de personas o grupos de personas con algún tipo de patrón de contacto o interrelaciones entre sí (p. ej., los patrones que se dan en la amistad entre individuos, relaciones comerciales entre empresas, contactos sexuales o diferentes tipos de redes de colaboración). Un tipo particular de red social es una red de afiliados en la que los participantes colaboran en grupos de un tipo u otro, y se establecen enlaces entre parejas de individuos pertenecientes a un grupo en común.
  • Las redes de información incluyen redes de citación entre artículos académicos (en este caso, el nodo lo constituye un artículo en particular, y los vínculos serían las citas a otros autores del artículo mencionado) y la World Wide Web: una red de páginas web que contienen información y que están enlazadas entre sí por hiperenlaces.
  • Las redes tecnológicas son redes artificiales diseñadas para la distribución de mercancías o recursos (p. ej., red eléctrica, red de carreteras, o Internet, que es una red física de ordenadores enlazados entre sí por fibra óptica y otras conexiones de datos para la distribución de información).
  • Una serie de sistemas biológicos se han representado como redes: por ejemplo, una red de rutas metabólicas, redes de regulación genética, redes neuronales, red trófica, etc.

Las cuatro categorías mencionadas de diferentes redes del mundo real, “…sugieren, por un lado, posibles mecanismos que podrían estar guiando la formación de redes y, por otro, posibles maneras en que podríamos sacar provecho de la estructura de las redes para lograr determinados objetivos” (Newman, 2003: 9). Al rastrear y medir ejemplos concretos de redes, los investigadores han observado algunas características básicas que se encuentran en las redes del mundo real, y que están relacionadas más abajo.

 

Conectividad (grado) es el número total de vínculos de un nodo concreto (número de los vecinos más cercanos). Los estudios de diferentes redes del mundo real mostraron que, en algunas de dichas redes, la conectividad de nodos concretos difiere en escala, ya que a menudo se basa en distribuciones de enlaces por ley potencial, es decir, conteniendo unos pocos nodos que poseen un grado muy alto de conectividad (muchos enlaces) y otros muchos nodos con un grado bajo de conectividad (pocos enlaces) (voice). Ese tipo de redes se llaman “redes libres de escala”, ya que en ellas no existe un nodo que sea característico (típico) para todos los demás nodos. Un ejemplo de ley potencial, es decir, una red libre de escala, se registró en redes de citación, la World Wide Web, Internet, redes metabólicas, gráficos de llamadas telefónicas, contactos sexuales humanos, redes de colaboración, etc., donde unos pocos nodos con muchos enlaces coexisten con una gran cantidad de nodos con pocos enlaces.

 

Agrupamiento o clustering (transitividad): un coeficiente de agrupamiento o clustering coefficient es la probabilidad de que dos vecinos más cercanos de un nodo particular, también sean vecinos entre sí (por ejemplo, es probable que un amigo de nuestro amigo sea también nuestro amigo). El artículo de Granovetter, The Strength of Week Ties, (1973) fue un trabajo pionero que contemplaba a la sociedad como una estructura de agrupamientos altamente conectados (es decir, círculos de amigos). Unos pocos vínculos interconectan dichos agrupamientos, manteniéndolos conectados con el resto de la sociedad.

 

Se han observado patrones mixtos subyacentes en las redes del mundo real. La «asortatividad» parece ser un fenómeno común en las redes sociales, en las que se ha observado que las personas tienden a asociarse preferentemente con personas que son similares a ellas de algún modo. Ello puede llevar a una “estructura de
comunidad” en las redes sociales, lo que significa que habría grupos de nodos con una alta densidad de vínculos dentro de los mismos, y con una baja densidad de vínculos entre los grupos (Newman, 2003). Ese tipo de redes también se llaman redes estratificadas.

 

En la década de los sesenta, Stanly Milgram llevó a cabo un famoso experimento en el cual unas cartas que se pasaban de una persona en persona, pudieron llegar al individuo final en tan sólo un número pequeño de pasos (seis pasos). Por lo tanto, se ha descubierto un “efecto de mundo pequeño”. Se trata de la ruta más corta a través de una red (o diámetro de red). Ello supuso un estudio revolucionario de la interconectividad social, que resultó fascinante ya que sugiere que, a pesar del enorme tamaño de nuestra sociedad, resulta sencillo desplazarse por ella siguiendo vínculos sociales entre las diferentes personas (Barabási, 2003). Este efecto se ha observado en un gran número de redes. El efecto de mundo pequeño tiene implicaciones en los procesos dinámicos que tienen lugar en las redes del mundo real como, por ejemplo, en la velocidad a la que la información se propaga por la red, entre otras implicaciones.

 

Network navigation: en las redes sociales, las personas pueden encontrar la ruta más corta a través de la red (haciendo uso del efecto de mundo pequeño). Por ello, Newman afirma que “si fuera posible construir redes artificiales por las que fuera sencillo navegar del mismo modo en que parece que se puede hacer por las redes sociales (…) dichas redes artificiales podrían usarse para construir estructuras de bases de datos eficientes o mejores redes peer-­to­‐peer”. Reconocer dichos modelos, que asegurarían una navegación sencilla, tiene relevancia para las redes culturales que tratan de promover el networking entre sus miembros usando herramientas digitales.

 

Las redes del mundo real no son estructuras inalterables, y diferentes “procesos dinámicos” están teniendo lugar en las redes. Las redes pueden crecer añadiendo gradualmente nodos y vínculos, o pueden perder los nodos y los vínculos existentes. El proceso de crecimiento lleva a los rasgos estructurales específicos de las redes particulares, por ejemplo, redes libres de escala que se basan en distribuciones por ley potencial (cuando la cantidad que se toma, aumenta con la cantidad que ya se tiene: la regla de que los ricos se hacen más ricos (voice). Ello se ha observado en la World Wide Web y en diferentes redes de colaboración. Un ejemplo de red libre de escala puede observarse en una red de citación, donde, por ejemplo, la probabilidad de que alguien se encuentre con un artículo concreto mientras lee la literatura existente aumentará presumiblemente con el número de los otros artículos que lo citan y, por ello, la probabilidad de que usted lo cite en un artículo que usted escribió, aumentará de forma similar” (Newman, 2003: 30).

 

La resistencia de las redes a eliminar algunos de sus nodos o vínculos constituye otro proceso relevante. Se observó que las redes con una distribución de enlaces por ley potencial se mantienen robustas frente a la eliminación aleatoria de los nodos pero, si un nodo con una alta conectividad fuese retirado de una red de ese tipo, ello tendría un fuerte impacto en el funcionamiento de ese tipo de red. La red World Wide Web e Internet, por ejemplo, son redes descentralizadas robustas pero, si un nodo con una alta conectividad dejara de funcionar, ello afectaría a su funcionamiento en mayor medida que cualquier nodo con un grado bajo de conectividad elegido al azar.

 

El modo en que realizamos búsquedas en las redes tiene un impacto en muchas aplicaciones prácticas. En redes amplias (p. ej., la World Wide Web), la búsqueda constituye un asunto relevante, ya que afecta al grado de efectividad al que podemos comunicarnos u obtener información relevante. La información relevante está contenida en las páginas web (nodos), así como en los hiperenlaces correspondientes (vínculos), ya que ambos han sido creados por personas que querían destacar el contenido de páginas relacionadas. Realizar búsquedas en una red amplia como la World Wide Web, puede llevarse a cabo aplicando técnicas de búsqueda exhaustivas (usadas por los motores de búsqueda de gran tamaño) o a través de búsquedas guiadas: es decir, buscando contenido especializado en sólo una pequeña parte de una red, pero haciéndolo de forma inteligente, de un modo que busque deliberadamente los nodos que tengan más probabilidades de contener información relevante y suponiendo que las páginas que contienen información sobre un tema en particular estarán agrupadas. Las investigaciones realizadas acerca de las búsquedas en redes sociales sugieren que las personas navegan por las redes sociales buscando rasgos comunes entre sus conocidos y el objetivo a encontrar (p. ej., aquéllos que pertenecen a un grupo determinado: ubicación, profesión, etc.). Ya que dichos grupos pueden ser parte de grupos más amplios, esto puede visualizarse como una estructura de árbol que define la distancia social entre dos personas (es decir, cuántos pasos han de subirse a lo largo del árbol para encontrar un ancestro común).

 

El resumen anterior de conceptos principales de la teoría de redes proporciona una mejor comprensión de los conceptos propios de las redes, que también podrían usarse para analizar las redes culturales.

Modelos de networking

Las estructuras y metamodelos de comunicación de diferentes tipos de redes difieren unos de los otros. Muchas de las redes del mundo real observadas son estructuras informales, y no una entidad registrada llamada “red”. El ejemplo mostrado más abajo (Figura 1) es una estructura de una red de colaboración tomada del artículo de Dorogovtsev y Mendes Evolution of Networks (2001).

Figura 1 (Fuente: Dorogovtsev & Mendes, 2001)

 

La estructura mostrada en la figura 1 señalada como a) muestra dos tipos diferentes de nodos: los nodos negros representan a los actores de colaboración y los nodos blancos a los actos de colaboración. Ello significa que los actores que colaboran lo hacen a través de actos de colaboración comunes como, por ejemplo, proyectos comunes que están llevando a cabo. Sin embargo, es más común representar a las redes de colaboración de una manera más simple, pero menos informativa, donde los colaboradores estarían conectados directamente por enlaces, sin indicar los actos de colaboración (como en el ejemplo b).

 

Como un caso especial de las redes sociales, Newman menciona las redes de afiliados, y en esa categoría podemos situar a las redes culturales que hemos descrito al comienzo de este artículo. Normalmente, parecen tener dos formas estructurales (voice). El modelo más abajo (figura 2) muestra el modelo de networking de las redes de afiliados, donde el secretariado de la red facilita a los miembros actividades conjuntas y proyectos de cooperación.

Figura 2 (Fuente: Starkey, 1999)

El secretariado facilita el intercambio de información, pero también proporciona apoyo de infraestructura para la realización de proyectos conjuntos. El secretariado puede considerarse como un nodo con un alto grado conectividad (un punto de conexión) dentro de la red y, por lo tanto, sería un punto común que puede producir
un efecto de mundo pequeño, ya que el resto de nodos están conectados a éste.

 

El modelo descrito en la figura 3 es un modelo de red descentralizado que puede reconocerse en algunas redes culturales actuales donde, por ejemplo, diferentes redes nacionales o grupos de trabajo temáticos interactúan entre sí, y en las que las responsabilidades del secretariado pueden delegarse y rotar cada cierto tiempo.

Figura 3 (Fuente: Starkey, 1999)

La comunicación y el networking en las redes culturales tienen lugar a través de contactos que se producen en la vida real (reuniones, conferencias), así como a través de herramientas digitales. Los miembros se comunican a través de la infraestructura de Internet, pero comparten objetivos y actividades, y colaboran en proyectos conjuntos concretos. Para dichos miembros, su objetivo consiste en lograr algo más que el intercambio de información: están motivados para comunicarse, lo que facilita el networking, que deriva en proyectos conjuntos (p. ej., proyectos de investigación, conferencias, exposiciones, etc.). Para ser una comunidad, y no simplemente una infraestructura, una red virtual debe basarse en la comunicación y los objetivos comunes, y no únicamente en el acceso a la información. El punto de partida es una comunidad existente (un grupo de personas haciendo networking) que colabora y comparte conocimiento y, para ellos, un secretariado o un punto de recurso virtual de esa red se usa como la ruta más corta para llegar a la información necesaria (un nodo de alta conectividad). Sin embargo, la información intercambiada a través de la red también sirve como un punto de partida para nuevos proyectos conjuntos que realmente conecten a los miembros.

 

A menudo oímos decir que, debido a la estructura de red de Internet y de la World Wide Web, estamos “a tan sólo un clic” de la información o documento buscado, pero se estima que actualmente Internet se compone de unos 155 millones de páginas web, alcanzando los cinco millones de terabytes de datos, de los cuales Google lleva indexados apenas 200 terabytes o el 0,004% de su tamaño total. Disponer de una abundancia de información en Internet no hace que esta información sea fácil de encontrar: no todas las páginas tienen un alto grado de visibilidad. Podemos decir que “la abundancia de información mantiene el problema de la escasez de atención”
(Hargittai, 2000: 2). Por lo tanto, las estrategias para atraer y filtrar la atención se han convertido en un asunto relevante a abordar en las grandes redes. Los motores de búsqueda online, redes sociales, diferentes plataformas digitales y portales especializados, son mecanismos a través de los cuales los usuarios reciben información que resulta de su interés. Dichos mecanismos son puertas entre los creadores y los consumidores de productos culturales disponibles en Internet/red World Wide Web, existiendo diferencias en la lógica comunicativa subyacente.

 

Facilitando el acceso a las páginas de interés existentes y proporcionando algunos recursos estructurales adicionales, y otros servicios que no existen en otro lugar, los portales especializados contribuyen a un refuerzo organizativo de un campo concreto (Uzelac, 2010). Además de una gran cantidad de enlaces a otras páginas, un portal también informa acerca de noticias y comunicados que tienen lugar dentro de su campo específico, y debe tener en cuenta de dónde obtiene la información que presenta a través del portal y a quién va dirigida. A veces, los portales se describen a sí mismos como redes, pero sería más correcto pensar en un portal como un nodo dentro de una red con un alto grado de conectividad (un punto de conexión) que, en consecuencia, permite a los usuarios encontrar atajos que les conduzcan a un recurso o a un tipo de recurso que ellos están buscando. Por consiguiente, además de señalar estructuralmente a otras páginas (una señal o una función de rastreo), para ser efectivo, un portal profesional debe ser una síntesis de información (un recurso) que acerque noticias relevantes a la atención de los usuarios. El modelo comunicativo que a menudo se encuentra en portales dirigidos a comunidades profesionales es aquel donde los usuarios/miembros se comunican con el secretariado del portal, pero aquéllos no hacen networking con los otros usuarios/miembros a través del mismo (Figura 4). El fin principal de dichos portales consiste en informar a los usuarios acerca de noticias relevantes a través de servicios de información establecidos. No dan oportunidades para una cooperación real, sino que facilitan un intercambio de información que se canaliza a través de diferentes servicios web de portales.

Figura 4 (Fuente: Starkey, 1999)
Todavía menos interactiva resulta a menudo la lógica comunicativa subyacente a un gran número de páginas web (y, a veces, a los portales de noticias dirigidos al público general) que proporcionan un servicio de diseminación de información (modelo de amplia difusión). Un modelo de ese tipo (figura 5) no anima a los usuarios a compartir su contenido a través de la plataforma online, sino que sólo promueve su uso y, como mucho, anima a hacer comentarios y a expresar si les gusta el contenido. Un modelo así no proporciona una reprocidad en la comunicación: desde los usuarios finales hasta la página web/portal, de modo que no puede considerarse como una red real (ya que el contenido lo crea el equipo de la página web, y no los usuarios).
Figura 5 (Fuente: Starkey, 1999)

Las redes digitales proporcionan nuevas oportunidades. La manera en que éstas serán exploradas depende también de la lógica comunicativa que subyace a los servicios online que desarrollan las redes culturales a fin de establecer su presencia digital. ¿Proporcionan a los miembros un espacio para compartir información relevante y para contribuir a proyectos conjuntos, o han establecido un servicio basado en el modelo de amplia difusión?

 

Internet muestra un efecto de mundo pequeño donde, a pesar de su enorme tamaño, las personas consiguen encontrar la información que están buscando en un número de pasos relativamente pequeño. Ya que las personas y la información que éstas producen se agrupan de acuerdo a sus intereses y conexiones establecidas,
las búsquedas no se llevan a cabo de manera aleatoria. La información específica puede considerarse interesante en un agrupamiento específico (grupo de interés) y, a través de un filtrado basado en grupos, se pueden realizar observaciones significativas dentro de agrupamientos relacionados más amplios. A medida que el proceso continúa, con el tiempo esta información es capturada por páginas de información general altamente visibles y por los medios de comunicación de masas. Benkler afirma que la red de Internet parece estar formando una veta de atención y que la atención en el medio de las redes tiene más dependencia de ser interesante para un grupo comprometido de personas de lo que lo es en el ámbito de los medios de comunicación de masas, donde se prefiere un interés moderado de un gran número de espectadores poco comprometidos (Benkler, 2006: 13). Ello supone una diferencia significativa que podría cambiar la manera en que percibimos el mundo a nuestro alrededor y el modo en que nos involucramos en él: como meros observadores o como ciudadanos activos.

 

La cultura en el espacio de las redes digitales: redes y asociaciones organizadas para una acción colectiva

 

 Están emergiendo nuevas prácticas a partir de nuevas posibilidades que brinda el medio de las redes. A medida que los usuarios han ido transformando sus hábitos, expectativas y prácticas de consumo, creación, participación y difusión, las instituciones culturales también deben adaptar el modo en que funcionan al medio de la redes. En la actualidad, la cultura digital enmarca nuestra experiencia del mundo a nuestro alrededor y nos proporciona un conjunto complejo de herramientas digitales para organizar nuevas relaciones de información e interacción cultural a nivel global y local. Dicho de otra forma, la tecnología aporta herramientas que usamos en nuestro trabajo, pero también determina el medio en que vivimos.

 

En la economía de redes de la información actual, las vías no mercantiles del trabajo colaborativo común tienen un papel más significativo que la economía industrial de la información, ya que las condiciones para la producción de información están ampliamente extendidas y son posibles nuevas modalidades “radicalmente descentralizadas, colaborativas y sin propiedad; basadas en compartir recursos y resultados entre individuos ampliamente distribuidos y conectados libremente, que cooperan unos con otros sin depender de señales de mercado u órdenes directivas”  (Benkler, 2006: 60). Además de su utilidad para encontrar información, las plataformas digitales permiten crear nuevos servicios basados en asociaciones. Tal contexto favorece oportunidades para que emerjan estructuras cooperativas que asistan a las comunidades en la producción de cultura de manera sostenible y sin restringir el acceso a los recursos culturales. El movimiento Free Culture («cultura libre») gira en torno a la creación cooperativa de cultura, su difusión y reutilización, y promueve estrategias para hacer que las prácticas culturales sean sostenibles y den poder a la sociedad.

 

En las últimas tres décadas, diferentes plataformas digitales de networking se han convertido en parte del paisaje virtual dentro del sector cultural que intentan conectar usuarios/miembros y construir comunidades en torno a esas conexiones. Podríamos preguntarnos a nosotros mismos la misma pregunta que Eugene Tacher planteó: ¿estamos conectados porque somos un colectivo, o somos un colectivo porque estamos conectados? (Tacher, 2004) ¿Cuáles son los ingredientes necesarios para transformar un grupo de usuarios en una comunidad? ¿Podemos transformarnos en una comunidad usando las herramientas de comunicación comunes, o existen más ingredientes que pueden añadirse a la receta? Al construir herramientas digitales, las redes culturales parten de una comunidad existente de sus miembros de base, ampliando sus actividades dentro del dominio virtual con el objetivo de establecer redes de comunicación eficientes entre sus miembros. Diferentes plataformas digitales de carácter general y portales culturales comienzan con el objetivo de proporcionar una infraestructura de información a las organizaciones culturales y usuarios finales, que primero deben estar conectados con el nuevo recurso digital y querer cooperar. Ambas estructuras virtuales tratan de encontrar un equilibrio en una base tecnológica con elementos de comunicación e información, intentando proporcionar a sus miembros y/o usuarios potenciales los servicios que éstos necesitan. Establecer redes virtuales constituye un intento de proporcionar una estructura para las comunidades profesionales (virtuales) dentro del sector cultural. Cuando las redes culturales existentes crean sus versiones virtuales, de alguna manera podría resultar más sencillo la construcción de comunidades virtuales pero, si se intenta empezar desde cero, el proceso resulta más difícil, ya que la motivación y la confianza que ya existe entre los miembros de la red también ha de ser construida desde cero. Una gran cantidad de foros de discusión, listas de distribución y portales especializados están creados con dichos objetivos. Su efectividad depende del interés y de la motivación de sus usuarios/miembros, así como de sus metas y la lógica de red subyacente y estructura que hemos descrito anteriormente.

 

Las redes digitales permiten a las redes culturales compartir información de manera sencilla a través de plataformas que pueden usar sus miembros, ya que compartir información no exige mucho a los participantes. De acuerdo a Clay Shirky (2008: 49-­‐50) es más difícil lograr la cooperación que compartir, porque cooperar
“implica un cambio de nuestro comportamiento para sincronizarnos con personas que están cambiando su comportamiento para sincronizarse con nosotros”. Ello también crea identidad de grupo: transformar muchos “yo” en “nosotros”. Shirky sugiere que el tipo de esfuerzo más duro consiste en la acción colectiva, ya que ésta requiere que un grupo se comprometa a realizar un esfuerzo conjunto. De acuerdo a Shirky, éstos son los tres tipos de compromiso grupal con diversos niveles de dificultad y diferentes resultados. “Compartir información crea una conciencia compartida entre los participantes, y la producción colaborativa depende de la creación compartida. Sin embargo, la acción colectiva crea una responsabilidad compartida al vincular la identidad del usuario con la identidad del grupo” (Shirky, 2008: 51).

 

Teniendo en cuenta los compromisos grupales descritos anteriormente, las redes culturales necesitan disponer de un claro entendimiento de lo que tratan de conseguir con sus herramientas offline y online, ya que tener expectativas poco claras no derivará en los resultados deseados. En la mayoría de los casos, las redes culturales tienen éxito logrando compartir a través de plataformas virtuales pero, como nos dice Shirky, para tener éxito en la cooperación y, particularmente, en las acciones colaborativas, «un grupo “debe disponer de un cierto grado de visión compartida, suficiente para vincular a todo el grupo” (Shirky, 2008: 53). Ello nos sugiere que la capacidad técnica por sí sola no es suficiente para producir un resultado satisfactorio. No es tarea fácil crear un tipo de híbrido efectivo entre una herramienta y una comunidad que podría aprovechar las posibilidades de las redes digitales y fusionarlas con las redes culturales existentes, las cuales disponen de una lógica establecida de cooperación. No obstante, las herramientas sociales de tipo digital pueden proporcionar una plataforma adecuada para formar “comunidades de práctica” que pueden compararse con las redes culturales, ya que ambas son inherentemente cooperativas y las herramientas sociales de tipo digital pueden posibilitar maneras sencillas de comunicarse y cooperar con otros miembros (potenciales) del grupo: es decir, dichas herramientas pueden movilizar a una comunidad latente. En realidad, estas nuevas herramientas digitales no crean nuestra acción colectiva, sino que eliminan los obstáculos que se interponen entre nosotros y dicha acción. O dicho en palabras de Shirky, “las herramientas de comunicación ampliamente adoptadas en la última década son las primeras en lograr adaptar las redes sociales humanas de manera satisfactoria, y debido a que dichas herramientas pueden modificarse fácilmente, pueden configurarse para que se adapten mejor a lo largo del tiempo. En vez de limitar nuestras comunicaciones a “una con una” y a “una con muchas herramientas”, las cuales siempre han sido una mala solución para la vida social, ahora disponemos de “muchas con muchas herramientas” que apoyan y aceleran la cooperación y la acción” (Shirky, 2008: 158).

 

Lovink (2011: 158) sugiere que las capacidades de networking de Internet son más que un mecanismo de coordinación, contribuyendo en la actualidad a dar forma a las estructuras de activismo y actividad política. Hace hincapié en la necesidad de adoptar una perspectiva a largo plazo acerca de “cómo las tecnologías de redes deberían y no deberían estar integradas en las prácticas políticas y culturales”. En el mundo online, personas dispersas pueden encontrarse más rápido que en el mundo offline; los medios sociales están desempeñando un papel cada vez más importante en la organización de la información; y las campañas culturales y políticas hacen un uso estratégico de los medios sociales. “Las formas organizativas fuertes, firmemente enraizadas en la vida real y capaces de movilizar recursos (financieros), podrán anular compromisos online débiles” (Lovink, 2011: 162).

 

En la era actual, marcada por el intercambio digital por redes, Lovink plantea dudas acerca de cómo los movimientos sociales y las iniciativas culturales deben hacer uso de los medios sociales. Las redes culturales están tratando de diseñar relaciones significativas a largo plazo o, como Lovink lo explica, relaciones “adhesivas”, transformando los vínculos débiles en lazos fuertes a través de la cooperación, la comunicación y la organización de encuentros sociales. Lovink defiende que “las redes no deben replicar viejos vínculos: poseen un potencial distinto. Necesitamos abandonar la lógica de ‘amigos’ y empezar a jugar con la noción de diseño peligroso” (Lovink, 2011: 164).

 

Lovink sugiere que no deberíamos centrarnos en la “organización de redes”, la cual contempla a las redes como herramientas para que las organizaciones intercambien su información y experiencias, sino que, en cambio, propone el concepto de redes organizadas (orgnets), las cuales representan nuevas formas institucionales de colaboración cuyo objetivo consiste en cooperar a fin de llevar a cabo sus proyectos, y que han surgido en el contexto de la digitalización y tienen más capacidad de transformación a medida que desplazan su producción de cultura a la Red. No obstante, las cuestiones relativas a protocolos adecuados y modalidades de auto-­organización y sostenibilidad de las redes siguen sin respuesta. A medida que los trabajadores de la cultura se ven inevitablemente afectados por la naturaleza de la red, estar suscrito a redes sociales ya no es únicamente una opción, ya que ‘el uso de redes sociales online resulta ser una parte fundamental en la reproducción del trabajo. Así que, la pregunta que queda por contestar es: ¿cómo pueden las políticas culturales reforzar las redes de carácter no representativo (voice), pero que, a pesar de dicho carácter, siguen albergando potencial para favorecer acontecimientos? Para ser reconocidas por las políticas culturales, las redes culturales virtuales siguen dependiendo de las instituciones de la vida real, a través de las cuales reclaman su legitimidad. En las actuales precarias condiciones de la cultura, donde las herramientas digitales permiten la auto-organización, la libre cooperación y recursos distribuidos, y donde los trabajadores de la cultura no pueden evadirse de trabajar en las condiciones de la red, las redes virtuales están emergiendo como nuevas formas institucionales. ¿Serán reconocidas como agentes culturales por las políticas culturales?

 

Actualmente, las fronteras entre el ámbito virtual y el real ya no son tan claras. Nuestra experiencia de lo ‘digital’ se está desplazando “de la primera línea virtual al fondo de naturaleza material” (Hawk and Rieder, 2008: xiv), lo que indica que nuestra realidad también se ha transformado en espacio de información, donde los objetos materiales se están convirtiendo en objetos de los medios de comunicación a medida que se convierten potencialmente en información que fluye a través de las redes globales. Ello implica que la cultura en general y la cultura digital evolucionan y están empezando a estar más interconectadas a medida que enmarcan nuestra experiencia: de manera más cercana, para convertirse en la misma (Uzelac, 2008). En vez de pensar en términos de real y virtual, online y offline, o ‘digital’ y ‘pre digital’, debería quedar claro que las nuevas realidades se infunden digitalmente y que las políticas culturales necesitan ser capaces de afrontar esta nueva realidad. El objetivo debería consistir en conectar lo real y lo virtual en un modelo de red sostenible. Las redes digitales han creado nuevas condiciones que sugieren algunos escenarios futuros posibles. Para qué fines se emplearán (bien hacia facilitar la comunicación intercultural y construir recursos de conocimiento a los que todo el mundo puede contribuir y compartir, o bien hacia actividades basadas en el mercado y lucrativas, y reforzar el control sobre el conocimiento y la información) determinará el futuro desarrollo de la cultura. Debemos pensar en nuevas maneras de imaginar nuestra cultura y nuestras instituciones sociales que sean capaces de encontrar un equilibrio entre el control público y democrático, y las capacidades de creación individual y grupal. Son nuestras decisiones, y no la tecnología, las que determinarán el futuro que estamos construyendo. Puede que la cultura aumente sus oportunidades en este nuevo contexto al proporcionar oportunidades a los usuarios para que actúen como ciudadanos activos y creadores, y no únicamente como consumidores.

 

P.S. Como un anexo a este texto, en el artículo Nuevas interrogantes sobre el rol de las redes culturales (Ross & Figueroa Sánchez, 2021), los lectores pueden encontrar reflexiones y aportes recientes sobre las nociones conceptuales presentadas en este documento, donde los autores están retomando la vinculación entre el concepto de redes; la metodología del networking y sus aportes para las redes culturales; las redes digitales como herramienta para la gestión cultural y el escenario en la actual “Sociedad Red” (Castells, 2020) afectada por la pandemia por Covid-2019.

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